CÁMARA Y MODELO
- Javier Durán Vera
- 28 ene 2018
- 6 Min. de lectura
![[01] Desconocido, "Emilio López Piñero mostrando la cúpula desplegable integral" Photography, 1963](https://static.wixstatic.com/media/b24c4f_148e99b3fbb44ba8a5f997600f127aac~mv2.jpg/v1/fill/w_800,h_500,al_c,q_85,enc_avif,quality_auto/b24c4f_148e99b3fbb44ba8a5f997600f127aac~mv2.jpg)
El arquitecto utiliza la fotografía para describir lo ya construido a modo de diagnóstico. Una manera de mirar y ver para verificar y dirigir los pensamientos del proyecto hacia futuras intenciones y actuaciones. Este texto explora el recorrido de una exposición "Cámara y Modelo" que ofrecía una mirada teórica sobre la fotografía de maquetas, sus puntos de vista, la escenificación, el control visual y la relación entre arquitecto, modelo y fotógrafo.
LA TÉCNICA FOTOGRÁFICA COMO INSTRUMENTO PARA MIRAR Y VER
Plaza Cataluña, Barcelona. El edificio de Telefónica de 1925, emplazado en aquel emblemático espacio, se alza desde su inicio con un fuerte tono polémico. Su construcción puramente ornamental, con elementos decorativos de épocas pasadas, se contrapuso a la, por aquel entonces, nueva arquitectura moderna, que en aquellos años emergió bajo la elegancia y sencillez de las formas.
Este texto se enmarca dentro de la construcción de esa narrativa arquitectónica de la modernidad española, que parte de los años 20 de la vanguardia hasta la crisis del Movimiento moderno. Es, a principio de esos años 20 cuando comienza dicha corriente que trae consigo un incremento de las maquetas, las cuales caen en desuso a lo largo del siglo, en pos de otros sistemas de representación como el dibujo.
La arquitectura en el fondo es un objeto construido por su propia naturaleza. Sin embargo, la maqueta aparece en un primer estadio de representación como esa previsualización objetual, matérica, abstracta de una arquitectura que sueña con materializarse. Al fin y al cabo, las maquetas son experimentos, son aproximaciones y son previsualizaciones de lo que la arquitectura pretende llegar a ser. Son de alguna manera una anticipación de las aspiraciones del objeto construido. Por ello son en estos años, cuando las maquetas sirven al propósito de difundir los nuevos valores de la arquitectura.
El Club Náutico de San Sebastián, bajo este concepto, se establece como un proyecto fundamental en la línea del tiempo. Proyecto de Aizpurúa, arquitecto que fotografiaba el mismo sus propias obras para documentarlas y que en 1932 participaría en la exposición del MOMA de Nueva York, organizada por Henry-Russell y Philip Johnson, se convertiría así en el único arquitecto español participante en este evento. A partir de entonces dicha corriente arquitectónica pasaría a llamarse Estilo internacional. Más tarde, en septiembre de 1931 aparecería en la portada de la revista “AC Documentos de Actividad Contemporánea”, un fotomontaje de veladuras superpuestas, que conforman la composición de una imagen costera de la bahía de la Concha donde se implantaba cual barco amarrado en el muelle, el Real Club Náutico.
“AC” surge como medio de difusión propio del grupo GATEPAC. Un grupo de arquitectos que durante esta época se unió para difundir estos nuevos valores de la arquitectura moderna. La revista “AC” se convierte entonces en un elemento imprescindible para la difusión de esos proyectos que eran reflejo de dichos valores.
Otros de los claros ejemplos del uso de fotografías de maquetas en revistas, lo encontramos en el grupo GATCPAC, la vertiente catalana del anterior, que entre sus múltiples publicaciones destacaba la casa Bloc de Sert en Barcelona, unas viviendas para obreros que garantizaban unas mínimas calidades de vida en ellas.
Con esa labor meramente documental, la fotografía aparece en un segundo estadio como preservación del objeto. En definitiva, las maquetas son generalmente objetos caducos en el tiempo, por su propio tamaño, volumen y por su propia construcción.
La imagen en cambio se mantiene como documento, aunque nunca es inocua, la mirada del fotógrafo significa ya una toma de decisiones en la construcción de una imagen singular y particular del proyecto. Todo esto refleja la importancia que tienen fotografía y maqueta para trasmitir una determinada mirada, sirviendo a un propósito, un uso, como pudiera ser el propagandístico. Hecho que queda reflejado con la instantánea tomada en la presentación de la maqueta de la casa Bloc en 1933. Es interesante comentar, el aspecto que suscita la aparición de la figura humana dentro de la propia fotografía, pues estas, nos permiten establecer una escala del objeto. A lo largo del tiempo, una de las críticas mas fundamentadas dentro del mundo de la arquitectura ha sido la descontextualización del objeto dentro del papel blanco. Una sección, una perspectiva, una fotografía son representaciones que, si se muestran abstractas, pierden la escala del lugar, del espacio. Gracias a las personas se consigue establecer esas relaciones de proporcionalidad.
¿Por qué se realizaban todas estas fotografías?
Por un lado, esta clase de trabajo eran iniciativa de las propias publicaciones de las revistas, que requerían al fotógrafo una serie de instantáneas y, por otro lado, eran los mismos arquitectos los que encargaban un archivo gráfico de sus proyectos.
Cabe destacar que entre los años 20-30 esta clase de oficio se entendía como una herramienta más, sin apenas valor. Es por ello que durante toda esta época los autores no firman sus trabajos por lo que adquieren en este momento, una gran importancia las “hojas de contacto”; un tipo de documento que reflejaba el positivo del negativo, es decir, el negativo de los carretes pasado a papel. La finalidad de estos consistía en ver mucho mejor el negativo de la fotografía y, de esta manera, elegir cuales de las imágenes les venían mejor para editar.
Este aspecto es fundamental puesto que por una parte se trataba de un documento del propio fotógrafo y que, por lo tanto, permitía dar autoría a las instantáneas anónimas que se publicaban en las revistas. Por otro lado, son el punto de encuentro entre arquitecto, fotógrafo y editor. A partir de ellas se elegía cual sería exactamente el encuadre y recorte de la fotografía que finalmente se publicaría.
Henri Cartier – Bresson hablaba del “instante decisivo” de una fotografía, todo este sistema de trabajo demuestra que quizás ese momento preciso no es tan definitivo. La fotografía no depende totalmente de un instante concreto, sino del fruto de muchas tomas de decisiones.
Finalmente, será a partir de los años 60 cuando se empiece a dar una mirada más profunda y valorada a esta profesión.
Continuando en la línea del tiempo y enlazando con los valores del GATEPAC, el grupo de arquitectura “R” fue fundamental en el trabajo de difusión de la arquitectura moderna. Y fue primordial dentro de este grupo el trabajo del fotógrafo catalán Francesc Catalá-Roca, perteneciente a un estilo más internacional.
En estos momentos, los años 50, se podía diferenciar entre dos vertientes de fotografía; una rama más artística, que daba valor a lo puramente estético, y una línea que apostaba por mostrar los valores funcionales y prototípicos de la arquitectura de ese momento. Un personaje también esencial de ese momento es Kindel, nombre artístico de Joaquín del Palacio, perteneciente a esa rama más artística. Por otro lado, en la versión más racional junto con Catalá-Roca encontramos a PANDO, referente fundamental para la documentación gráfica de la España de la Guerra Civil, la dictadura y la transición.
¿Era equilibrada la relación arquitecto – fotógrafo?
Como en todos los ámbitos de la vida. Depende. En el caso de Catalá Roca se dice que tenía una relación muy de “igual a igual” con los arquitectos con los que trabajaba. Se respetaban mucho. De hecho, el arquitecto Bohigas afirmaba que el criterio estético de Catalá Roca llegaba a influir en los edificios antes de que realizaran. Aunque en otros casos, estamos en el lado contrario. El arquitecto marcaba claramente como quería la fotografía, sin dejar libertad alguna en el trabajo del fotógrafo.
Hablando de la relación fotógrafo-arquitecto cuando llegamos a finales de los años 60, principio de los 70, esta interacción se aleja cada vez más, a favor de los propios campos de investigación del fotógrafo. Además, empieza a evidenciarse algo muy importante para el reconocimiento de la fotografía de arquitectura, pues de casi no firmarse la autoría de las mismas, pasan a ser consideradas parte de un nuevo arte, con valor artístico, personal y documental.
A parte de este distanciamiento entre arquitecto y fotógrafo, en estos finales de década también se evidencia una crisis del llamado estilo internacional. Las torres blancas de Madrid, es una respuesta a dicho estilo, marcándose como uno de los claros ejemplos del organicismo en España. Aboga por unas referencias directas a la naturaleza, dejando de lado el dogmatismo impuesto por esa arquitectura moderna.
![[02] Alejandro de la Sota, "Maqueta Sede Bankunión" , Madrid, Photography, 1970](https://static.wixstatic.com/media/b24c4f_310596e478404f8db34c6c5e2316b0ab~mv2.jpg/v1/fill/w_740,h_1059,al_c,q_85,enc_avif,quality_auto/b24c4f_310596e478404f8db34c6c5e2316b0ab~mv2.jpg)
El final de este texto y por tanto de este paréntesis que intenta explora y analiza estos dos sistemas de representación de la arquitectura, la maqueta y sus fotografías, acaba con De la Sota. Alejandro de la Sota, es un claro ejemplo de arquitecto-fotógrafo. Y aunque no se pueda considerar al arquitecto como un gran retratista, su virtud radica en saber captar la atmósfera de los proyectos. Se dice que cuando una fotografía capta la atmosfera, se captura lo que el arquitecto pretendía transmitir. Y él lo conseguía.
¿Y … por qué terminamos en 1970?
Es en esos inicios de década cuando comienzan a surgir los primeros sistemas CAD por lo que poco a poco irán emergiendo las recreaciones virtuales que acabarán desplazando a un segundo plano las fotografías de maquetas, quedándose diluidas a lo largo del tiempo.
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